Una educación consciente y transformadora es la que se propone abordar desde el trabajo desde un enfoque ambiental.
Por
Stephany Vásquez Ortiz
Desde 1972 este día se conmemora en honor a los primeros hitos que manifestaban el interés público, político y de formación ciudadana en el cuidado, preservación y trabajo gubernamental en políticas integradas. Desde esa fecha hasta el presente el rol de la Educación Ambiental ha avanzado en su incorporación en la educación formal en diversos países, siendo algunos líderes en estas materias.
En chile luego de la publicación de la ley de Bases del Medio Ambiente Nº 19.300 y la Ley General de Educación Nº 20.370 desde el currículum se ha propuesto la incorporación de una educación basada en la comprensión de los problemas, desafíos y oportunidades del desarrollo de aprendizajes significativos, de habilidades para la vida y de consciencia local de la experiencia en la naturaleza para el bienestar, lo cierto es que desde ese tiempo, se ha complejizado la comprensión de su aplicación, implementación y abordaje pedagógico, acelerando su propuesta desde el involucramiento de actores sociales clave, de una mirada territorial-comunitaria y de búsqueda de redes que aporten a la comprensión y levantamiento de soluciones propias de las realidades que hoy en varias latitudes evidencian los impactos del cambio climático, la fragmentación social y desdibujamiento de “lo natural y lo social” como polos que parecieran no estar interconectados.
Hoy la educación ambiental no solo es abordada en contextos formales de educación, sino que con un fuerte énfasis en el trabajo local, comunitario como una herramienta de empoderamiento, de sentido y de formación ciudadana que posiciona su interés público al reconocer el derecho no solo a dejar un mejor planeta a la generaciones futuras, sino que el la consciencia de formar una mejor ciudadanía desde la infancia a la adultez al planeta y sus generaciones venideras.
Conocer el territorio, el lugar, el paisaje es interiorizarnos en como ellos nos permean en nuestras condiciones identitarias y de arraigo cultural, pues en esa biodiversidad de la que somos parte en la ciudad, en la playa, en el campo o la latitud donde estemos, esa vivencia con la tierra, las interacciones sociales, nos convocan a repensar en la importancia de coexistir, quizás unas de la metáforas más sabias que pueden ser analizadas hoy dado su alcance e importancia, es el micelio. Una red que profunda en la tierra interconecta, genera un lenguaje y promueve la colaboración para la vida.
Educar desde la naturaleza de lo social y la biológico, en sin duda una manera profunda de sentirnos en vínculo con nuestra humanidad reconociendo en nuestra experiencia la propia naturaleza individual y colectiva que nos permea, por ello que el hecho de empoderar no solo a los niños y jóvenes y a los docentes sino que a la ciudadanía planetaria nos convoca a vivir de manera sostenible, en equilibrio y armonía, acompañada de políticas públicas que visibilicen nuevas formas productivas y estilos de vida limpios y de compromiso de sus actores.
La escuela y las comunidades locales son articuladores de esas redes de empoderamiento, donde se pueden generar espacios de reciprocidad, consumo responsable y aprendizaje comunitario ante los desafíos ambientales de los que somos testigos, hoy 22.01.2022 se conmemoran los 50 años de declaración del día de la Educación Ambiental y siguen muchos más pues el desafío sigue siendo grande.
¡Feliz día de la educación ambiental y a los educadores y educadoras ambientales que siembran y cosechan estas esperanzas, cambios y transformaciones!
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